martes, 4 de enero de 2011

Delmira Agustini (Uruguay)


Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte:
Jardinero de oro de la vida,
Jardinero de fuego de la muerte,
En el carmen fecundo de mi vida.

Pico de cuervo con olor de rosas,
Aguijón enmelado de delicias
Tu lengua es. Tus manos misteriosas
Son garras enguantadas de caricias.

Tus ojos son mis medianoches crueles,
Panales negros de malditas mieles
Que se desangran en mi acerbidad;

Crisálida de un vuelo del futuro,
Es tu abrazo magnífico y oscuro
Torre embrujada de mi soledad.


                  * * * *
¡Artistas!
Para M. E. Vaz Ferreira

Cuando el nimbo de la gloria resplandece en vuestras frentes,
Veis que en pos de vuestros pasos van dos sombras que inclementes
Sin desmayos ni fatigas os persiguen con afán;
Son la envidia y la calumnia, dos hermanas maldecidas,
Siempre juntas van y vienen por la fiebre consumidas,
Impotentes y orgullosas -son dos sierpes venenosas
Cuya mísera ponzoña sólo a ellas causa mal.

Alevosas y siniestras cuando tratan de atacaros;
Temerosas de la lumbre, siempre buscan el misterio.
Mas, burlaos de sus iras: ¡nada pueden! y el artista
Tiene un arma irresistible para ellas: ¡el desprecio!

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